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sábado, 2 de febrero de 2013

La Posesión



Se me ocurrió escribir esto, y no es la primera vez,  después de pasar una temporadita larga escuchando a unos cuantos consultantes convencidos de que sus parejas, o incluso ellas/os, mostraban extrañas, no justificadas,  desviaciones de su comportamiento habitual, lo cual les había llevado a la convicción de que les había practicado un amarre. Su recurso: encargar una limpieza.

¿Qué nos pasa que cada vez hay más personas que creen en los amarres  como la salida de sus problemas?



La mayoría de las veces que alguien me explica que siente que está amarrado, no observo mucho realismo en sus síntomas y si la necesidad de atención terapéutica por parte de un profesional especialista,  que no soy yo, claro. 
Aunque es verdad que algunas veces me han explicado algunas cositas que me han puesto los pelos como escarpias, pero han sido pocas.


Para estar en la onda de lo que se lleva, he de enterarme de que va esto de hechizar a una persona de tal modo que no puede dar un paso. Por internet vais a encontrar todo tipo de recetas, la mayoría copiadas las unas de las otras. Pero si nos informamos un poco de cómo realizan su encargo los “amarradores” nos enteraremos de que trabajan con entidades espirituales. 
Ese es un tema amplísimo para hablar, no es para tomarlo con frivolidad, porque esencialmente  se trata de diversas liturgias de diferentes religiones emparentadas  entre si y de origen animista, pero con ritos y trabajos  cuyas gradaciones de color van desde la pureza del blanco al gris muy oscuro, rayando lo negro.

Y es un tema que dejo para hablar más adelante, ya que me parece interesante distinguir entre las prácticas del brujo, quien probablemente sea un wiccan amante de la naturaleza que trabaja en grupo, el chamán que siempre trabajará en solitario, y los grupos religiosos jerarquizados que actúan en colectivo oficiando ceremonias muy llamativas y orquestadas, aunque sean cerradas. Lo que tienen todos en común es la creencia en un mundo espiritual y la certeza de que, en nuestro pobre mundo terrenal, estamos sometidos a fuerzas sobrenaturales. De todos, los únicos, que yo sepa, que se dedican  a vender amarres a diestro y siniestro, son los últimos.

Pero el amarre se parece en sus señales a otra cosa, y de ese tema quiero hablar un poco:

La posesión o parasitación de un ser humano por espíritus desencarnados u otras entidades.

Es decir el estado anómalo que se produce cuando los espíritus de personas fallecidas que se han mantenido en un plano intermedio entre el plano material y el espiritual, y que no son normalmente malignas, resultan importunas en su empeño en mantenerse apegadas en el plano terrenal apegándose a un humano, quizá con el cual se sintieron ligados en vida y le estimaban, o todo lo contrario, que también puede darse el caso. Dion Fortune a eso le llamaba vampirismo psíquico; pero esta es otra teoría y aquí hablamos de entidades sufrientes por su apego a lo que perdieron, o temerosas de la Luz, no viciosas.

Después de las referencias a los posesos de la  Biblia y el nuevo Testamento, por descontado hay más bibliografía a lo largo de la historia en donde se menciona el tema; pero yo hablo de los autores que me han "llegado" más, no quiere decir que sean los mejores pero son más recientes.

La primera autora que pude leer, publicado en español, es la mencionada más arriba, en su libro de “Autodefensa Psíquica”, un clásico entre los libros ocultistas del siglo pasado, que se centra más bien en el ataque psíquico.

Contemporáneo de Dion Fortune, pero bastante más popular y trabajando en solitario en sus trances (en contraposición a la británica que perteneció a una logia),  habló sobre el mismo tema el “profeta durmiente“,  el psíquico americano Edgar Cayce, quien desde 1900 y hasta cuarenta años después,  llamó la atención pública con algunos de sus diagnósticos, entre los centenares de enfermedades que determinó, cuya causa imputó a la posesión de espíritus.

La siguiente que habla directamente sobre el tema de los poseídos es Edit Fiore.

Brevemente: La señora Fiore, doctorada en psicología clínica (1969) y muy ortodoxa en sus principios, se encontró,  en la practica de su terapia bajo relajación y con sugestión hipnótica, con diversos pacientes que efectuaron espontáneamente regresiones  en donde recordaron hechos acaecidos en vidas anteriores que justificaban problemas de su vida presente (Corríjaseme si me equivoco, pero me parece que ella se topó con las regresiones antes que Brian Weiss, con similares resultados). Después de recordar el trauma de su anterior reencarnación los pacientes superaron sus problemas.

Más tarde, aquí empieza a ponerse interesante, Fiore empezó a toparse con otro tipo de pacientes más complejos que presentaban lo que ella creyó eran personalidades múltiples muy diferenciadas. Posteriormente llegó a la conclusión de que no eran casos de múltiples personalidades sino que se trataba del influjo de espíritus posesores. No eran personalidades malévolas, no intentaban causar daño, pero invadían o parasitaban el cuerpo del paciente y, a veces,  la ocupación llegaba hasta el punto de alterar gravemente y por largo tiempo a la persona implicada. En algunos casos la “posesión” resultaba bastante inocente, en algunas fue hasta de ayuda, pero en otras la entidad llegaba a fastidiarle seriamente la vida a su “anfitrión”. 
La terapia de la Dra. Fiore es presencial y directa con su paciente.

No he tenido oportunidad de leer ninguna obra suya, pero creo que  Bill Baldwin trabaja con el mismo método de Fiore, y ellos dos han sido instructor e inspiradora de la siguiente de mi lista:

Irene Hickman (fallecida en 2002)  terapeuta osteópata y ferviente religiosa,  que desde 1989 practicó su trabajo desposesor a distancia, sin necesidad de conocer físicamente al paciente. Ya hablaré de ella otro día, pues tuve oportunidad de conocer más profundamente como se desarrollaba un trabajo según su técnica. 
En mi opinión, algo más que diferencia a Fiore y Hickman, es que la primera  habla de espíritus desencarnados sufrientes, mientras que la segunda parece haberse encontrado con muchas entidades que ella llama “oscuras”, así su trabajo se relaciona más con la limpieza de entes de origen no humano.

Ahora nos toca examinar los síntomas de la posesión que describen las Sras. Fiore y Hichman. Y comprenderéis porque cuando algunas/os consultantes empiezan a explicarme que creen tener, o que alguien que conocen padece, un “amarre”, yo, interiormente, me pregunto si no llevaran alguna sanguijuela astral pegadita a ellos.

Los indicios de la posesión:

Físicamente se sentirá un drenaje de energía. El agotamiento y la pérdida de voluntad no estarán justificados por la actividad ni por una enfermedad diagnosticada. Puede haber dolores que aparecen y desaparecen sin tratamiento médico, o malestares sin causa conocida. Nervios y malestares psicosomáticos no lo justifican todo.

Adicción repentina al tabaco, alcohol, drogas u otras sustancias, o a la comida. Eso resulta más llamativo cuando una persona que siempre fue abstemia se levanta un buen día y empieza a beber.

Bloqueos mentales y problemas de concentración. La mente se queda en blanco. Pérdidas de memoria. En algún caso, la persona que posee un talento cualificado parece que lo pierde; no es continúo sino en lapsos más o menos largos.

Repentinos cambios en el comportamiento y modificación de los gustos en general,  y particularmente en la comida, en el vestir y en la higiene personal.

Escuchar voces interiores que expresan criterios diferentes o mandatos que empujan a actuar en contra de los propios valores.

Pesadillas repetidas con mucha frecuencia, posiblemente violentas,  y  que dejan impresión o huellas físicas. Como, por ejemplo,  levantarse con moretones o arañazos que no se tenían la noche anterior.

Emocionalmente los sentimientos son extremos y caprichosos. Es el caso de una persona que ama a su pareja y a las dos horas la está insultando. En algunos casos de interferencia psíquica por una entidad de sexo diferente, relatan que la persona aborrecía a su pareja cuando el espíritu se hallaba presente.

Naturalmente no hay que esperar que nuestra pareja empiece a girar la cabeza para alarmarse. Si empieza a manifestar síntomas anómalos supongo que todos tendrán la prudencia de acudir a un médico en primer lugar, antes de acudir al brujo a que lo cure. Dicho sea con mis respetos a los auténticos brujos practicantes que se lo toman en serio, yo solo soy opuesta a los que se dedican a limpiar la tarjeta de crédito de su cliente.

Seguro que más de un síntoma de los mencionados se clasificará dentro de una enfermedad.

El asunto de la posesión, así expuesto, puede parecer hasta divertido, pero no hay que hacer demasiada broma. Tampoco ponerse paranoicos buscándose síntomas propios o ajenos.

Dejo para una segunda parte explicaros como, en que circunstancias  y donde se puede enganchar una de estas penosas garrapatas espirituales que se aferran a la vida o que son esas tenebrosas entidades oscuras, a las que con tanto éxito combatió la Sra. Hickman, ayudada de sus huestes angélicas.

Por ahora lo principal,  que yo recomendaría a todos, aficionados o desconocedores del tema,  es no meterse en aguas turbias encargando trabajos espirituales a nadie, y mucho menos haciéndoselos uno mismo en plan casero,  con invocaciones a las fuerzas elementales o a deidades que apenas se sabe todo lo que encarnan de bueno y de malo, que esa es la realidad del asunto: Más de un mal lo atraemos hacia  nuestra propia cabeza por ignorancia de la fuerza que estamos invocando.

Hay mucho que desconocemos entre nuestro mundo material y los otros. Tratar superficialmente con el mundo espiritual es peligroso, porque abrimos puertas que no sabemos cerrar debidamente  y por ahí nos pueden entrar visitas poco gratas; el problema luego será como desembarazarse de los visitantes indeseables.



Si os interesó este tema os gustará leer: 
Dion Fortune “Autodefensa psíquica” (1930)

Edith Fiore “La posesión” (Editorial Ledaf. 1988)

Irene Hickman “Desposesión a distancia” (Editorial Indigo .2006)