Se me ocurrió escribir esto, y no es
la primera vez, después de pasar una
temporadita larga escuchando a unos cuantos consultantes convencidos de que sus
parejas, o incluso ellas/os, mostraban extrañas, no justificadas, desviaciones de su comportamiento habitual,
lo cual les había llevado a la convicción de que les había practicado un amarre. Su recurso: encargar una
limpieza.
¿Qué nos pasa que cada vez hay más
personas que creen en los amarres como
la salida de sus problemas?
La mayoría de las veces que alguien me
explica que siente que está amarrado, no observo mucho realismo en sus síntomas
y si la necesidad de atención terapéutica por parte de un profesional especialista,
que no soy yo, claro.
Aunque es verdad
que algunas veces me han explicado algunas cositas que me han puesto los pelos
como escarpias, pero han sido pocas.
Para estar en la onda de lo que se
lleva, he de enterarme de que va esto de hechizar a una persona de tal modo
que no puede dar un paso. Por internet vais a encontrar todo tipo de recetas,
la mayoría copiadas las unas de las otras. Pero si nos informamos un poco de
cómo realizan su encargo los “amarradores” nos enteraremos de que trabajan con
entidades espirituales.
Ese es un tema amplísimo para hablar, no es para
tomarlo con frivolidad, porque esencialmente se trata de diversas liturgias de diferentes
religiones emparentadas entre si y de
origen animista, pero con ritos y trabajos
cuyas gradaciones de color van desde la pureza del blanco al gris muy
oscuro, rayando lo negro.
Y es un tema que dejo para hablar
más adelante, ya que me parece interesante distinguir entre las prácticas del
brujo, quien probablemente sea un wiccan
amante de la naturaleza que trabaja en grupo, el chamán que siempre trabajará en solitario, y los grupos religiosos jerarquizados que actúan
en colectivo oficiando ceremonias muy llamativas y orquestadas, aunque sean
cerradas. Lo que tienen todos en común es la creencia en un mundo espiritual y la
certeza de que, en nuestro pobre mundo terrenal, estamos sometidos a fuerzas
sobrenaturales. De todos, los únicos, que yo sepa, que se dedican a vender amarres a diestro y siniestro, son
los últimos.
Pero el amarre se parece en sus
señales a otra cosa, y de ese tema quiero hablar un poco:
La posesión o parasitación de
un ser humano por espíritus desencarnados u otras entidades.
Es decir el estado anómalo que se
produce cuando los espíritus de personas fallecidas que se han mantenido en un
plano intermedio entre el plano material y el espiritual, y que no son normalmente
malignas, resultan importunas en su empeño en mantenerse apegadas en el plano
terrenal apegándose a un humano, quizá con el cual se sintieron ligados en vida
y le estimaban, o todo lo contrario, que también puede darse el caso. Dion Fortune a eso le llamaba vampirismo psíquico; pero esta es otra
teoría y aquí hablamos de entidades sufrientes por su apego a lo que perdieron,
o temerosas de la Luz, no viciosas.
Después de las referencias a los
posesos de la Biblia y el nuevo
Testamento, por descontado hay más bibliografía a lo largo de la historia en donde se menciona el tema; pero yo hablo de los autores que me han "llegado" más, no quiere
decir que sean los mejores pero son más recientes.
La primera autora que pude leer, publicado
en español, es la mencionada más arriba, en su libro de “Autodefensa Psíquica”, un clásico entre los libros ocultistas del
siglo pasado, que se centra más bien en el ataque psíquico.
Contemporáneo de Dion Fortune, pero
bastante más popular y trabajando en solitario en sus trances (en
contraposición a la británica que perteneció a una logia), habló sobre el mismo tema el “profeta
durmiente“, el psíquico americano Edgar
Cayce, quien desde 1900 y hasta cuarenta años después, llamó la atención pública con algunos de sus
diagnósticos, entre los centenares de enfermedades que determinó, cuya causa imputó
a la posesión de espíritus.
La siguiente que habla directamente
sobre el tema de los poseídos es Edit
Fiore.
Brevemente: La señora Fiore, doctorada
en psicología clínica (1969) y muy ortodoxa en sus principios, se encontró, en la practica de su terapia bajo relajación
y con sugestión hipnótica, con diversos pacientes que efectuaron espontáneamente
regresiones en donde recordaron hechos
acaecidos en vidas anteriores que justificaban problemas de su vida presente (Corríjaseme
si me equivoco, pero me parece que ella se topó con las regresiones antes que Brian Weiss, con similares resultados).
Después de recordar el trauma de su anterior reencarnación los pacientes superaron
sus problemas.
Más tarde, aquí empieza a ponerse
interesante, Fiore empezó a toparse con otro tipo de pacientes más complejos
que presentaban lo que ella creyó eran personalidades múltiples muy
diferenciadas. Posteriormente llegó a la conclusión de que no eran casos de
múltiples personalidades sino que se trataba del influjo de espíritus
posesores. No eran personalidades malévolas, no intentaban causar daño, pero invadían
o parasitaban el cuerpo del paciente y, a veces, la ocupación llegaba hasta el punto de alterar
gravemente y por largo tiempo a la persona implicada. En algunos casos la
“posesión” resultaba bastante inocente, en algunas fue hasta de ayuda, pero en
otras la entidad llegaba a fastidiarle seriamente la vida a su “anfitrión”.
La terapia de la Dra. Fiore es presencial y directa con su paciente.
La terapia de la Dra. Fiore es presencial y directa con su paciente.
No he tenido oportunidad de leer
ninguna obra suya, pero creo que Bill
Baldwin trabaja con el mismo método de Fiore, y ellos dos han sido instructor e
inspiradora de la siguiente de mi lista:
Irene Hickman (fallecida en 2002) terapeuta osteópata y ferviente religiosa, que desde 1989 practicó su trabajo desposesor a distancia, sin necesidad de conocer físicamente al paciente. Ya hablaré
de ella otro día, pues tuve oportunidad de conocer más profundamente como se
desarrollaba un trabajo según su técnica.
En mi opinión, algo más que
diferencia a Fiore y Hickman, es que la primera
habla de espíritus desencarnados sufrientes, mientras que la segunda
parece haberse encontrado con muchas entidades que ella llama “oscuras”, así su
trabajo se relaciona más con la limpieza de entes de origen no humano.
Ahora nos toca examinar los síntomas de
la posesión que describen las Sras. Fiore y Hichman. Y comprenderéis
porque cuando algunas/os consultantes empiezan a explicarme que creen tener, o que
alguien que conocen padece, un “amarre”, yo, interiormente, me pregunto si no
llevaran alguna sanguijuela astral pegadita a ellos.
Los indicios de la posesión:
Físicamente se sentirá un drenaje de
energía. El agotamiento y la pérdida de voluntad no estarán justificados por la
actividad ni por una enfermedad diagnosticada. Puede haber dolores que aparecen
y desaparecen sin tratamiento médico, o malestares sin causa conocida. Nervios
y malestares psicosomáticos no lo justifican todo.
Adicción repentina al tabaco, alcohol,
drogas u otras sustancias, o a la comida. Eso resulta más llamativo cuando una
persona que siempre fue abstemia se levanta un buen día y empieza a beber.
Bloqueos mentales y problemas de
concentración. La mente se queda en blanco. Pérdidas de memoria. En algún caso,
la persona que posee un talento cualificado parece que lo pierde; no es
continúo sino en lapsos más o menos largos.
Repentinos cambios en el
comportamiento y modificación de los gustos en general, y particularmente en la comida, en el vestir y
en la higiene personal.
Escuchar voces interiores que expresan
criterios diferentes o mandatos que empujan a actuar en contra de los propios
valores.
Pesadillas repetidas con mucha
frecuencia, posiblemente violentas, y que
dejan impresión o huellas físicas. Como, por ejemplo, levantarse con moretones o arañazos que no se
tenían la noche anterior.
Emocionalmente los sentimientos son
extremos y caprichosos. Es el caso de una persona que ama a su pareja y a las
dos horas la está insultando. En algunos casos de interferencia psíquica por
una entidad de sexo diferente, relatan que la persona aborrecía a su pareja
cuando el espíritu se hallaba presente.
Naturalmente no hay que esperar que
nuestra pareja empiece a girar la cabeza para alarmarse. Si empieza a manifestar
síntomas anómalos supongo que todos tendrán la prudencia de acudir a un médico
en primer lugar, antes de acudir al brujo a que lo cure. Dicho sea con mis
respetos a los auténticos brujos practicantes que se lo toman en serio, yo solo
soy opuesta a los que se dedican a limpiar la tarjeta de crédito de su cliente.
Seguro que más de un síntoma de los
mencionados se clasificará dentro de una enfermedad.
El asunto de la posesión, así expuesto,
puede parecer hasta divertido, pero no hay que hacer demasiada broma. Tampoco ponerse
paranoicos buscándose síntomas propios o ajenos.
Dejo para una segunda parte explicaros
como, en que circunstancias y donde se
puede enganchar una de estas penosas garrapatas espirituales que se aferran a
la vida o que son esas tenebrosas entidades oscuras, a las que con tanto
éxito combatió la Sra. Hickman, ayudada de sus huestes angélicas.
Por ahora lo principal, que yo recomendaría a todos, aficionados o
desconocedores del tema, es no meterse
en aguas turbias encargando trabajos espirituales a nadie, y mucho menos
haciéndoselos uno mismo en plan casero, con invocaciones a las fuerzas elementales o a
deidades que apenas se sabe todo lo que encarnan de bueno y de malo, que esa es
la realidad del asunto: Más de un mal lo atraemos hacia nuestra propia cabeza por ignorancia de la
fuerza que estamos invocando.
Hay mucho que desconocemos entre
nuestro mundo material y los otros. Tratar superficialmente con el mundo espiritual
es peligroso, porque abrimos puertas que no sabemos cerrar debidamente y por ahí nos pueden entrar visitas poco
gratas; el problema luego será como desembarazarse de los visitantes
indeseables.
Si os interesó este tema os gustará leer:
Dion Fortune “Autodefensa psíquica” (1930)
Edith Fiore “La posesión” (Editorial Ledaf. 1988)
Irene Hickman “Desposesión a distancia” (Editorial Indigo
.2006)